sábado, 11 de junio de 2011

Otro artículo de Med Tempus que me llamó la atención es el que se refiere a los precios exorbitantes de medicamentos de enfermedades raras.


Los fármacos de precios astronómicos


Medicamentos 400x240 Los fármacos de precios astronómicosQue las farmacéuticas no son hermanitas de la caridad es algo que está bastante claro. Después de la industria armamentística, son las empresas que más beneficios obtienen a nivel mundial. Y, así, no deja de resultar irónico que aquellas grandes compañías que se dedican a finalidades tan contradictorias como matar y curar sean las más rentables de este planeta.
Como empresas, las farmacéuticasdirigen sus investigaciones y sus fármacos buscando la rentabilidad. Es cierto que llevar a cabo grandes investigaciones de potenciales fármacos y su estudio en ensayos clínicos resulta un proceso enormemente costoso y arduo y que gracias a ello disponemos de un gran arsenal para curarnos, pero todo se enfoca para que, aún así, se obtengan beneficios económicos de muchos ceros. Para conseguirlo hay que seguir, principalmente, tres claves:
-Buscar tratamientos dirigidos a enfermedades muy frecuentes
-Buscar tratamientos dirigidos a enfermedades crónicas
-Buscar tratamientos dirigidos a países ricos
De esta manera, si tienes una enfermedad poco frecuente, propia de un país pobre y/o aguda es muy probable que las grandes farmacéuticas pasen de ti porque no eres rentable para ellos. No investigarán tratamientos para tu enfermedad quedando esta actividad relegada mayoritariamente a valientes sin ánimo de lucro, como pequeños grupos de investigación pública. En España, tenemos como ejemplo al CIBERER (Centro de Investigación Biomédica en Red de Enfermedades Raras) una red coordinada de pequeños grupos de científicos enfocados a la investigación de enfermedades poco frecuentes.
De vez en cuando, por una carambola del destino, las farmacéuticas desarrollan y llegan a comercializar fármacos para enfermedades raras, donde el número de personas que va a consumir el fármaco es muy pequeño. Pero, como comentaba anteriormente, lo que buscan las empresas farmacéuticas es el beneficio monetario, ¿cómo recuperar la inversión de la investigación, marketing y testeo en ensayos clínicos del fármaco y, además, obtener grandes beneficios aún a pesar de que van a ser muy pocas personas las que lo consuman? Muy sencillo, poniendo precios astronómicos a los fármacos para que cada persona tenga que pagar un dineral (directa o indirectamente) por acceder a ellos.
No es casualidad, ni mucho menos, que los fármacos más caros del mundo sean aquellos dirigidos a tratar enfermedades especialmente raras. Se trata de los llamados medicamentos huérfanos que han recibido subvenciones y ayudas públicas para su desarrollo. El top de los fármacos más caros del planeta son los siguientes:
1. Soliris. Coste anual por paciente: 409.500$. Para el tratamiento de la hemoglobinuria paroxística nocturna.
2. Elaprase. Coste anual por paciente: 375.000$. Para el tratamiento del síndrome de Hunter.
3. Naglazyme. Coste anual por paciente: 365.000$. Para el tratamiento del síndrome de Maroteaux-Lamy.
4. Cinryze. Coste anual por paciente: 350.000$. Para el tratamiento del angiodema hereditario.
5. Myozyme. Coste anual por paciente: 300.000$. Para el tratamiento de la enfermedad de Pompe.
6. Arcalyst. Coste anual por paciente: 250.000$. Para el tratamiento de síndrome periódicos asociados a la criopirina.
7. Fabrazyme. Coste anual por paciente: 200.000$. Para el tratamiento de la enfermedad de Fabry.
8. Cerezyme. Coste anual por paciente: 200.000$. Para el tratamiento de la enfermedad de Gaucher.
9. Aldurazyme. Coste anual por paciente: 200.00$. Para el tratamiento del síndrome de Hurler.
Estos precios resultan totalmente prohibitivos para una persona normal que no sea multimillonaria. Las únicas formas posibles que tiene el pueblo llano para acceder a estos tratamientos es o bien a través de la inversión del Estado en la Sanidad Pública financiando estos fármacos (cuando demuestran su costo-efectividad) o bien a través de una aseguradora sanitaria especialmente importante y “generosa” cuyas cláusulas le obliguen a costearte el tratamiento, lo cual puede resultar muchas veces una quimera. Y es que si en alguna situación se hace especialmente patente que la salud es un negocio es allá donde se encuentran las personas con enfermedades raras.

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