Esta operación el pillo viejito la realizaba de manera muy sigilosa, silenciosa y eficiente.
Al otro día despertaba y procedía a descubrir los regalos que prontamente me encargaria de destruir.
La Navidad creyendo en el Viejito era mágica, lo peor que me pudo haber pasado fue dejar de creer en la magia, eso es volverse adulto y creer solo en las cosas concretas.
Miguelito aun cree en el viejito y no seré yo quien le quite la magia a esta fecha.