domingo, 29 de marzo de 2015

Sombras sobre Isla Negra - Mario Amorós

Se trata de una investigación periodíatica que entraga testimonios de los últimos días de la vida de Pablo Neruda. Recoge testimonios de las personas que lo rodearon en esos últimos momentos y se puede ver contradiciones que dan que pensar en que no se trató de un hecho claro. Quedan dudas.
En el funeral realizado en"La Chascona", Matilde Urrutia relató la lentitud del tiempo en aquellas horas interminables, en las que apenas pudo dormir algo más de noventa minutos. "Era una noche fría de septiembre. Yo, metida en el cuello de mi abrigo, lloro en silencio. Recordaba ese living calientito con esa chimenea que no se apagaba jamás. Los amigos conversan, hace bien oírlos. ¿Recuerdas-dice una voz- cuando Pablo en sus comidas se pintaba esos bigotitos, se ponía un pequeño sombrero y recitaba "La Botica" ¡Qué gracia tenía y que falta va a hacernos ahora!".

Me recuerda su Oda a la Farmacia:
ODA A LA FARMACIA
Qué color a bosque
tiene
la farmacia!
De cada
raíz salió la esencia
a perfumar
la paz
del boticario,
se machacaron
sales
que producen
prodigiosos ungüentos,
la seca solfatara
molió, molió, molió
el azufre
en su molino
y aquí está
junto
con la resina
del copal fabuloso:
todo
se hizo cápsula,
polvo,
partícula
impalpable,
preservador
principio.
El mortero
machacó diminutos
asteriscos,
aromas,
pétalos de bismuto,
esponjas secas,
cales.
En el fondo
de su farmacia
vive
el alquimista
antiguo,
sus anteojos
encima
de una multiplicada
nariz,
su prestigio
en los frascos,
rodeado
por nombres
misteriosos:
la nuez vómica,
el álcali,
el sulfato,
la goma
de las islas,
el almizcle,
el ruibarbo,
la infernal belladona
y el arcangelical bicarbonato.
Luego la vitaminas
invadieron
con sus abecedarios
sabios anaqueles.
De la tierra,
del humus,
de los hongos,
brotaron
los bastones
de la penicilina.
De cada
víscera
fallecida
volaron
como abejas
las hormonas
y ocuparon
su sitio en la farmacia.
A medida
que en el laboratorio
combatiendo
la muerte
avanza
la bandera
de la vida,
se registra
un movimiento
en el aroma
de la vieja farmacia:
los lentos
bálsamos
del pasado
dejan
sitio
a la instantánea caja
de inyecciones
y concentra una cápsula la nueva
velocidad
en la carrera
del hombre con la muerte.
Farmacia, qué sagrado
olor a bosque
y a conocimiento
sale de tus
estanterías,
qué diversa
profundidad de aromas
y regiones:
la miel
de una madera,
el purísimo polvo
de una rosa
o el luto
de un veneno.
Todo
en tu ámbito claro,
en tu universidad
de frascos y cajones,
espera
la hora de la batalla en nuestro cuerpo.
Farmacia, iglesia
de los desesperados,
con un pequeño
dios
en cada píldora:
a menudo eres
demasiado cara,
el precio
de un remedio
cierra tus claras puertas
y los pobres
con la boca apretada
vuelven al cuarto oscuro del enfermo,
que llegue un día
gratis
de farmacia,
que no sigas
vendiendo
la esperanza,
y que sean
victorias
de la vida,
de toda
vida
humana
contra
la poderosa
muerte,
tus victorias.
Y así serán mejores
tus laureles,
serán más olorosos los sulfatos,
más azul el azul de metileno
y más dulce la paz de la quinina.